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Culmina el Proyecto Scripta Manent, dedicado a los Decanatos Autonómicos y Territoriales, y que conmemora el 160 aniversario de la Ley Hipotecaria

 

Prólogo al catálogo/memoria del proyecto

Por María Emilia Adán García

Decana del Colegio de Registradores de España

La palabra conmemorar proviene del latín «commemoratĭo» o «conmemorare», que vienen a significar «junto a la memoria», aludiendo a la naturaleza dúctil, tan dependiente de la voluntad personal y del grado de valores adquiridos, en el compromiso de recordar. 

La voluntad para conmemorar supone por ello un ejercicio de compromiso y de responsabilidad. Es una tarea urgente y constructiva, un acto de amor para con nuestra profesión y lo que nuestra institución representa. 

El proyecto Scripta Manent conmemora y celebra varias líneas de fuerza: la vinculación de los Decanatos y el Colegio en una compleja y rica red de relaciones y afectos, el 160 Aniversario de la Ley Hipotecaria de 1861 –de cuyos textos se han transcrito en las acuarelas numerosos pasajes–, la pintura como herramienta de cohesión y conocimiento, así como la voluntad de conceder carta de naturaleza a las sedes o espacios físicos de cada institución, ratificando el valor de la propiedad a través de la Arquitectura y el Arte. 

La ley hipotecaria de 1861 creó la figura del registrador, a quien atribuyó en exclusiva y bajo su responsabilidad el control de legalidad de los documentos públicos y privados que acceden al registro. Esta función territorialmente delimitada por distritos hipotecarios, que podría haber ocasionado el aislamiento de cada registrador en su oficina, produjo paradójicamente la necesidad de establecer criterios jurídicos interpretativos, propuestas normativas, reflexiones organizativas con la contribución de todos. Esto propició la necesidad de crear espacios de encuentro que constituyeron el embrión de los decanatos territoriales de hoy. Estos espacios son los que hoy admiramos en las bellas acuarelas que contemplamos. Los decanatos territoriales conforman el Colegio de Registradores, una institución que potencia la prestación del servicio público, catalizando los impulsos individuales en una visión horizontal de la profesión que permita extraer de ella lo mejor para ofrecerlo a la sociedad. Desde cada territorio, con sus peculiaridades generadas por años de historia, se ha ido generando la memoria de un cuerpo profesional, de una función, y de una forma de prestarla que se revalida día a día. Esas particularidades precisan de una expresión tangible que le confieren las distintas sedes colegiales, que son símbolo de la colegialidad, y promesa de un futuro al que su versatilidad les permite adaptarse.

Aprovechemos ahora para apreciar la belleza de todas estas acuarelas, este logro bautizado como Scripta Manent, un proyecto interdisciplinar en que el Derecho, la Arquitectura, la Pintura y la Escritura se dan la mano.

INTRODUCCIÓN

Por Sebastián del Rey Barba

Director de Relaciones Institucionales

Este proyecto cristaliza con la idea de encargar una pintura dedicada a cada Decanato autonómico a fin de crear un espacio de difusión que dé cuenta de la estructura del Colegio de Registradores y de la relación entre las distintas comunidades. Las pinturas acogen una composición en díptico que comprende el edificio de cada sede autonómica y las acuarelas de algunos escenarios de la ciudad en que se encuentra, además de transcripciones de la Ley Hipotecaria de 1861.

Buscamos generar un contenido de larga duración con una clara vocación de regularidad que permita poner el foco en la organización interna, brindando un conocimiento sobre su naturaleza tanto a usuarios nuevos como ya conocidos.

Cada una de las pinturas ha sido enmarcada y constituirá un obsequio del Colegio de Registradores a los distintos Decanatos. Todas ellas vendrán a conformar una suerte de memoria colectiva de las sedes, las funciones y las responsabilidades de esta casa.

La pintura, el arte, sirven en este proyecto como una herramienta de cohesión, de unión, entre los distintos territorios de nuestro país. Los registros de la propiedad y mercantiles y los distintos decanatos autonómicos representados en esta exposición ponen de manifiesto la riqueza de la diversidad en cada una de las regiones representadas. 

Toda esta iniciativa no hubiese sido posible sin la sensibilidad, la delicadeza y la inteligencia del autor de las acuarelas: Manuel Rodríguez Avís, que ha sabido captar la esencia de un proyecto en el que ha conseguido unir la Cultura, el Arte, la Arquitectura y el Derecho en los trazos maestros de sus pinturas. 

El Congreso de Registradores 2021 de Valladolid, en el marco del 160 aniversario de la LH, ha sido el momento elegido para reunir las 21 acuarelas de la colección, que después viajarán a las distintas sedes en ellas representadas, repartidas por todo el territorio nacional.

La alocución que se ha tomado por título, atribuida al emperador Tito Flavio Vespasiano, y que podemos traducir como «los escritos perduran», alude a la permanencia de las palabras, la urgencia de un soporte material, de una escritura que contenga el valor del pensamiento humano. En consecuencia, permanece el rigor de la Ley Hipotecaria, sus trazos valientes y arriesgados, triunfantes. Celebrémosla a la luz de la pintura, del viaje por cada uno de los Decanatos y de las extraordinarias ciudades en que se encuentran.

PROEMIO

Por Manuel R. Avís

Escritor y acuarelista

SOÑAR EDIFICIOS

Todo dibujo es la prueba testimonial de algo. La acuarela y el grafito imponen la decisividad del azar, ratifican el instante presente. El proyecto Scripta Manent («los escritos perduran») me lanzó hace unos meses al dulce reto de reunir en el papel este compendio de espacios, sedes institucionales y monumentos, en un intento no solo de trazar la apariencia de las construcciones, sino también de evocar a través de la pincelada de la acuarela aquello que representaban. 

Todo dibujo busca siempre trascender su medio material. Provocar en el espectador alguna sensación que rompa el monolito de lo esperado. Ojalá estos cuadros consigan una mínima parte de eso. 

La escritora e investigadora Siri Hustvedt habla de ilusiones de vida para referirse a la naturaleza del dibujo, y añade, en su ensayo «Esta mano viva», que el acto de pintar posee un carácter no solo cognitivo, sino también propioceptivo, ligado al sistema inconsciente de nuestros movimientos corporales. La pintura, en definitiva, es una expresión sensorial y táctil. 

Siguiendo la línea de reflexión de Hustvedt, y adscribiéndome a sus postulados, me gustaría ofrecer aquí parte de mi experiencia personal a lo largo de los meses que me ha ocupado este trabajo, y también mi relación con la pintura en los últimos años: acostumbro a pensar que lo más decisivo en el acto de pintar es la intuición, el valor de un trazo espontáneo, impulsivo, en una obra abierta a los accidentes y a las sorpresas que trufan el proceso creativo. Pintar es transgredir. Buscar en la intuición caminos para la forma, el equilibrio, la luz, el color y la composición. No se alcanza nunca la meta. No hay en la pintura certezas definitivas, sino pequeños destellos. Es una tarea sin fin, y hay algo asombroso en el fragmento, en el valor de los trazos quebrados, aquellos que nacen de un pincel que se ve más regido por la emoción que por la razón y los planes preconcebidos. La línea de meta se desplaza más y más; solo queda continuar. 

Cuando hace unos meses, el Colegio de Registradores me propuso lanzarme a la búsqueda de estas pinturas, me brindó la oportunidad de indagar en la naturaleza del espacio, y me impulsó a convertir el lenguaje de una imagen fotográfica, una estampa plagada de detalles, en una obra independiente, traducir lo que mis ojos veían para trasvasar aquellas imágenes en una precisa poética para el dibujo. 

La poeta canadiense Anne Carson tiene una reflexión que encuentro muy bella: «si la prosa es una casa, la poesía es un hombre en llamas corriendo a través de ella». Cuando leo esta línea, siento siempre que quiero pintar exactamente eso: el hombre, la casa, el fuego. 

Me gustaría agradecer al Colegio de Registradores por contar conmigo en esta iniciativa, y por la extraordinaria acogida que han dado a cada una de las obras. 

Por otro lado, este proyecto no hubiese sido posible sin la confianza y el apoyo de Sebastián del Rey Barba, impulsor del mismo, y espectador de honor de cada obra, quien, con entusiasmo y nobleza, alentó el color, el riesgo y la libertad de cada una de las pinturas. 

Los edificios evocados en esta exposición y los espacios que recrean constituyen lugares de inscripción del recuerdo, campos imantados que espero despierten en el espectador memorias personales e impresiones sobre, quizá, algún monumento preciso, el día en que los visitaron por primera vez, o la manera en que algunas ciudades se transformaron en el escenario de sus vidas.